EL PLACER DE ESCUCHAR DISCOS.

Kevin Dirienso Poter - @kevindpoter
Hoy quiero compartir un poco sobre lo que produce escuchar discos. Nos acostumbraron a que ya no tiene sentido sentarse a disfrutar de ese claro concepto que tienen los discos. Ojo, no es que el streaming haya borrado del mapa tan dichosa actividad, pero si es cierto que tanto hacer como escuchar discos, hoy ya no es tan común.
En la década del 90 y con el "uno a uno" menemista fuimos testigos del auge del compact disc y las disquerías eran el último local en cerrar sobre Avenida Corrientes. Bastaba escuchar el single o el corte de difusión para saber cuál iba a ser la próxima adquisición. Decepcionante o no, había que comprar el disco entero para tener en nuestra colección esa canción que tanto nos gustaba. La música como la vida misma ha cambiado. Fue mutando a una velocidad abismal, incluso más rápida que la capacidad de adaptación. El mp3 fue el principio de la debacle que llegó definitivamente con el auge del streaming y esa tendencia al hoy. Ahora. Y que mañana nada vale.
Solo las bandas grandes y reconocidas siguen apostando por lo clásico, poniendo el trabajo de mínimo dos años de creación conceptual en un disco en formato vintage. Mínimo 8 canciones, tapa y adentro. Sino, como pasa hoy, son temas sueltos, singles que cumplen con cierta expectativa y con editar uno cada cierto tiempo, mantienen al oyente entretenido y a la banda o artista en cierto mapa. ¿Quién se guarda hoy dos años para trabajar en un material tirando a clásico? No existe y se pierde en esa vorágine misma que es hoy la industria musical.
Casi como si fueran historias de instagram, las canciones pasan del todo a la nada y dependen de su viralización para hacer algo importante dentro de esta oferta y demanda que hay hoy día. Spotify, YouTube premium y todas las plataformas se aprovechan de ello y venden publicidad a lo pavo. ¿Los artistas? Bien gracias...
Lo que antes se conseguía con años de laburo. Noches enteras de volanteo, de shows, de armar y desarmar, de producir un disco. Hoy se consigue con 3 minutos y pico. Si tenes suerte y la pegas ya esta... con ese "single" estas en boga y te alcanza para permanecer sonando un tiempito, hasta sacar otro tema, que tal vez nada tenga que ver con el anterior pero que te hace permanecer. Todo en la música como en la vida parece durar 3 minutos y puchito.
Sin embargo hay algo tan mágico como indescriptible que sucede al escuchar un disco. Al dejarse envolver por su mundo y su concepto. Sambullirse en esa maroma de matices, melodías... canciones es una actividad magnifica, que sin dudas enriquece y deja algo. Y es ahí donde algo cambia, algo se transforma.
Sentarse y apreciar la totalidad de un trabajo es viajar por un rato al seno mismo de un universo que te prestan por algunos instantes. Universo del que todos los oyentes tendrán una visión distinta, tan amplia como el arte mismo que ese artista o esa banda ha plasmado en dicho material. Escuchar un disco entero, de pe a pa, es dejarse envolver por una burbuja que amplia tu percepción de las cosas. Porque seamos francos, no es lo mismo analizar un single, que un disco. No es lo mismo ver la obra entera y profundizarla que hacerlo sobre un solo capítulo de la historia. La trama tiene matices, el concepto es una búsqueda y lo creas o no, un buen disco debe tener un principio, un nudo y un desenlace.
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